Hoy viernes, a las 3 de la tarde, Daniel Pemberton ha ofrecido una interesantísima charla en una sala vacía. Apenas una veintena de personas -incluyendo entre ellas sus acompañantes y gentes de la organización- han acudido al auditorio del prestigioso Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB), un lugar de absoluta referencia para la difusión del conocimiento y la cultura en la ciudad condal. Pero el compositor de la aplaudida película ganadora del Oscar Spider-Man: Into the Spider-Verse (18) no ha tenido público. Ha venido como invitado dentro del festival Primavera Pro, vinculado al exitosísimo Primavera Sound pero destinado al sector profesional de la música en general y que también está dirigido a estudiantes. Tiene varias tarifas y entre ellas la de poder asistir a todas las conferencias, etc de un día por 60€. Este precio sin duda cierra y ha cerrado las puertas del auditorio a muchísimo público. Y por este precio debía esperarse una buena charla, a pesar de su escasa duración, unos 60 minutos.
Efectivamente ha sido una buena charla, aunque insuficiente para la importancia y el interés del tema abordado. Pemberton no ha preparado un encuentro con fans y tampoco se ha detenido en anécdotas. Estaba previsto poder hablar de otras películas y de televisión, pero todo el escaso tiempo lo ha consumido centrándose en Spider-Man: Into the Spider-Verse, de la que ha hablado tanto de su faceta como compositor como de su tarea como autor de efectos sonoros aplicados a la música, y ha sido fantástico y sumamente interesante escucharle. Ha detallado por ejemplo cómo hizo uso de barritos (gritos) de elefantes para, manipulándolos con sintetizadores, dar con un sonido idóneo para reflejar la demencia mental de uno de los malos. O cómo logró un sonido algo opaco cubriendo las cajas con papel de periódico con el placer añadido de que, según mostró en un vídeo, en uno de los periódicos salía Theresa May, a la que gustaron de dar con las baquetas de la batería. Pero sobre todo habló de técnica, no del arte que se logra a partir de ella -eso sería otra charla- sino de razonamiento musical y programático para conseguir determinados efectos sonoros, musicales y, como insistió mucho, dramáticos.
Una charla que habría servido de mucho a mucha gente: por supuesto a los estudiantes de música, también a los que estudian sonido, a los montadores, a los estudiantes del audiovisual en particular y a los cinéfilos en general. Pero no hubo nadie. Por el precio, pero también porque muy poca gente se enteró de que Pemberton estaba en la ciudad: yo lo supe por un whatsapp que leí a las 6 de la mañana, cuando comenzaba a poner en marcha la actualización diaria de MundoBSO, pero es que ni tan solo Gorka Oteiza y su SoundTrackFest -la principal y mejor fuente periodística de bandas sonoras del mundo- lo sabía. Claramente, se planteó como un encuentro exclusivo para los abonados, lo que tiene su lógica de festival pero que también tuvo una consecuencia pésima: a prácticamente ninguno de los abonados les interesó escuchar a Pemberton.
Quien organiza una conferencia con un extranjero debe asegurarse o cuando menos intentar que venga gente, porque nada produce más bochorno que ver que alguien tan interesante que ha venido de lejos está hablando para casi nadie. Yo he dado incontables conferencias, aquí en España y también en América, y he tenido la suerte de hacerlo ante auditorios llenos pero también ante diez personas, y nunca reprocharé a quien me contrató o invitó que no me procurara mayor audiencia, porque yo me dedico a esto y siempre estoy disponible. Pero un compositor, y más si es de éxito y mucho más si su película acaba de ganar el Oscar, es una oportunidad única y una responsabilidad para la organización que no acaba con enviarle los billetes de avión. Son malos tragos que deben evitarse y que además dañan la imagen del festival, sobre todo si en otros foros estos compositores tienen grandes audiencias. Recuerdo por ejemplo haber compartido mesa redonda en la primera edición de FIMUCITÉ con Ramin Djawadi, Trevor Rabin, Don Davis, José María Benitez (de Quartet Records) y no recuerdo quién más y los que estábamos ante los micrófonos éramos el doble de los que estaban sentados ante nosotros. Fue delirante y hasta divertido, pero era algo que no se podía volver a repetir. Así lo hice constar en un, creo recordar, durísimo artículo y la organización del festival canario no solo rectificó sino que acabaría mejorando: no esperarían que los estudiantes del conservatorio acudiera a ellos, sino que ellos acudieron al conservatorio. ¿Rectificará Primavera Sound? ¿No hubiera sido lo inteligente haber llegado a algún tipo de acuerdo con conservatorios, aulas o escuelas de cine y Universidades para esta actividad específica? ¿No hubiera sido razonable programarla en otro momento que no fuera a las tres de la tarde? ¿Nadie de la organización pensó en dar conocimiento de la presencia de Pemberton a quienes más podíamos anunciar su presencia?
Pemberton acudirá en julio a la próxima edición de MOSMA, donde le esperan (y según me ha contado, es esperado) con los brazos abiertos. Y como corresponde a un festival hecho con profesionalidad, lo están anunciando desde hace tiempo. Luego yo reprocharé -y no me faltará la razón- que vaya más o menos gente a la charla, y repetiré como he venido repitiendo en todos mis editoriales dedicados a ellos que deben redoblar esfuerzos para lograr una mayor asistencia, que en todo caso es abrumadora comparada con la de hoy en Barcelona. Pero es que este compositor, como los demás que acuden a MOSMA o FIMUCITÉ, tienen en esos eventos una agenda completa, incluyendo conciertos. Pemberton ha sido invitado solamente a dar una charla de una hora y nadie ha venido a escucharle. Es inaceptable y un error muy lamentable.