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EL COMPOSITOR DEL INFIERNO

28/04/2017 | Por: Conrado Xalabarder

Hoy el compositor Christopher Young cumple 60 años. Con más de 120 trabajos en el medio audiovisual, es uno de los autores más queridos por los aficionados a las bandas sonoras y también uno de los más respetados. Sin embargo, y a pesar de las excelencias de no pocas de sus creaciones, no ha logrado posicionarse en la primera línea en la industria norteamericana. ¿Es un compositor infravalorado? Aparentemente es así: de los premios importantes que se conceden en el mundo del cine, solo se acordaron de él en una ocasión para el Globo de Oro (por The Shipping News) y dos veces para el Emmy (Norma Jean and Marilyn y Last Flight Out). Y nada más. Con su filmografía y las bandas sonoras ya clásicas que ha firmado, no ha tenido ningún reconocimiento relevante desde la industria.

Le conocí personalmente hace unos años, en la primera edición del ya extinto festival Soncinemad, en Madrid, y uno o dos años después tuve ocasión de compartir horas de charlas en Fimucité y también en el Festival de Úbeda. Me explicó lo mucho que le gustaba escribir música para filmes de terror. Le pregunté por qué precisamente ese género le resultaba tan atractivo y me lo razonó con dos argumentos de peso: porque los directores suelen dar una libertad creativa enorme (mientras aterres, haz lo que quieras… ¡pero aterra!) y porque, para él, componer para el terror es mucho más divertido que para otro género (tienes buena parte del control sobre el espectador, de su miedo y su angustia. Te sientes poderoso, como un marionetista, me dijo).

Le dije que tenía la impresión que el terror en músicas como las maravillosas Hellraiser (87), The Exorcism of Emily Rose (05) o Drag Me to Hell (09) no era consecuencia solo del buen uso de códigos y técnicas compositivas, sino que esa música debía salir de infiernos personales, de alguien que ha pasado por abismos y tinieblas que luego transforma, canaliza y somatiza en la forma de la música del Infierno. Me preguntó por qué había llegado a esa conclusión y le dije que tenía la sensación (y podía estar equivocado, claro) que en su música subyace mucho dolor. Que no es solo terror, sino que hay dosis de desesperación, de dolor, desolación y gritos de auxilio. Me contestó con tres palabras: es exactamente así. Y esto, a mi parecer, es lo que hace que no sea un compositor-artesano sino un artista, un creador que impregnando en su música su personalidad (atormentada, aquí) al sumarla al resto del filme hace que este sea a la vez tan singular y diferente al resto de filmes similares. Como sucede con tantos compositores cuyas personalidades sumaron para mejorar, y a diferencia de tantos otros que en la actualidad no suman nada que no sea oficio y artificio.

Young ya tiene amplia experiencia en el género desde los años ochenta, pero nunca se ha autoencasillado en el mismo, en el sentido de repetirse o amoldarse a unas fórmulas conservadoras que le funcionan y de las que no se mueve. En sus diversas obras ha mostrado muchos rostros del horror apocalíptico y dantesco. También ha hecho cine dramático (con bellísimas músicas como la de Murder in the First) fantástico (Spider-Man 3) o la comedia (The Man Who Knew Too Little), pero es en el terror donde mejor se ha desenvuelto. Tratándose de un hombre -y hay muchos testimonios que lo pueden acreditar- que es extrovertido, simpatiquísimo, parlanchín y muy trasnochador, es bastante probable que hacer todas esas partituras le haya ayudado a hacer limpieza interna de problemas, tóxicos y calvarios. Que esto lo haya sabido desplazar a la música y a las películas es una suerte para estas y para los espectadores.

Sin embargo son muy pocos directores los que saben sacar provecho de ese potencial, de ese volcán en constante erupción, y lamentablemente son demasiados los que en él solo ven un compositor para fuegos de artificio rápido y funcional, que hace la música industrial que se necesita, sin otras pretensiones. Y, quizás porque le da dinero y trabajo, parece haberse acomodado a esto último y ha renunciado (seguramente no le han dejado) a seguir volcando su fuego interior en las películas. Seguirá así sin ser un compositor debidamente reconocido en la industria, como artista que es, y probablemente acabará formando parte de la larga lista de compositores que no han recibido el reconocimiento y tributo realmente merecido. Pero con nominación al Oscar o sin ella, se haya rendido a las demandas de la industria o vuelva a mostrarnos cómo es la música del Infierno, es uno de los grandes.

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