Una doctora se ha convertido en adicta a las las drogas con receta mientras mantiene un romance con un hombre y cuando su marido, preso, está a punto de salir de la cárcel.
El compositor aplica una banda sonora ambiental que camina entre el new age y la psicodelia y se posiciona en el bando del delirio, del éxtasis y de la pérdida de control. La música ocupa espacios no solo mentales sino también físicos, lo que magnifica los efectos, en este caso de las sustancias de las que la protagonista no puede escapar. Todo ello, además, con un moderado tono amargo, lo que convierte a esta creación en una manera muy explícita de explicar el calvario de quien sufre (la adicción... y la música!), y lo expande a quienes la rodean.