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LOS SETENTA (X): ITALIANOS NACIONALES PERO NO INTERNACIONALES

10/08/2021 | Por: Conrado Xalabarder
HISTORIA

Capítulo anterior: Los setenta (IX): Franceses nacionales e internacionales

En Italia, para aquellos compositores que no se apellidaban Rota o Morricone, las cosas seguían más o menos igual: muchísimas películas y pocas buenas películas donde lucirse. Armando Trovajoli fue afortunado por su vinculación a Ettore Scola, que fue iniciada la década anterior y que en esta seguiría con nuevos filmes, siendo los más destacados C’eravamo tanto amati (74), partitura romántica y dramática con un tema principal barroco, Brutti sporchi e cattivi (76), divertimento entre grotesco y bufonesco, o la película colectiva I nuovi mostri (78), dirigida también por Mario Monicelli y por Dino Risi, con quien había hecho la música de la celebrada Profumo di donna (74), en la que aprovechó la música popular italiana para escribir una deliciosa partitura con poderoso tema principal. Por su parte, Piero Piccioni también sacó provecho de su relación con Francesco Rosi, en Il caso Mattei (72) o Cristo si è fermato a Eboli (79), sus creaciones más notables en una filmografía que, como la de Trovaioli, estuvo recargada de títulos olvidados. Lo mismo le sucedió a Francesco De Masi y Luis Bacalov, con mucho trabajo pero poca suerte. En los setenta, De Masi hizo algunos simpáticos westerns como C’è Sartana... vendi la pistola e comprati la bara (70), pero poco más que le diera renombre. Solo lo consiguió en la exitosa película erótica Vizi privati, pubbiche virtù (75), en la que escribió una música cálida y sensual. Luis Bacalov firmó notables westerns como Si può fare... amico (72) o Il grande duello (72), pero su película más relevante fue La città delle donne (79), de Federico Fellini.

Fiorenzo Carpi también vio su nombre escrito en numerosos títulos de crédito, pero solo tendría algún reconocimiento en la película erótica Salon Kitty (76), de Tinto Brass, género en el que también Riz Ortolani hizo algo notable: la música de Mogliamante (77), que gozó de éxito. Ortolani trabajó además con Franco Zeffirelli en la religiosa Fratello Sole, sorella Luna (73), que fue una de sus creaciones más hermosas de la década. Todos estos compositores trabajaron muchísimo, aunque apenas fuera de Italia. Pese a ello aún hubo suficientes películas para permitir a otros darse a conocer. Stelvio Cipriani desarrolló una prolífica carrera en el cine italiano, francés, español y alemán, que compaginó con la creación concertista, especialmente la religiosa. Fue conocido gracias al éxito de Anonimo Veneziano (70), cuya partitura romántica incluyó un tema principal que alcanzó popularidad en su momento. También se hizo un nombre Manuel De Sica, hijo del director Vittorio De Sica y también compositor de música concertista, sinfónica y de cámara. Trabajó con su padre en las películas que este realizó en los setenta, como Il giardino dei Finzi-Contini (70), donde su música evocadora ayudó a cimentar el entorno de tranquilidad y comodidad en que se desenvuelven las vidas de la familia protagonista.

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