Sé que es una batalla que tengo completamente perdida pero sabiéndolo me lanzo a ella con más empeño: nadie debería escuchar la banda sonora (ya real) de Dune antes de ver la película: a quien no le guste lo que ha hecho Zimmer en el filme tampoco le va a gustar lo que hay en el CD, y eso es lo que se ahorra (el doble sufrimiento), pero es que entre aquellos que sí aprecien lo que sucede en la película también habrá a quienes no les diga nada o les aburra la música aislada. Así pues, antes de disgustos y frustraciones... ¿no es mejor empezar por la película, conocer el todo de la música -que es música + mil cosas más, no solo imagen- y luego, si se tiene ganas, pasar ya al CD?
No es una cuestión baladí, porque la escucha de lo que se considera un disco aburrido, denso o espeso condiciona de algún modo o incluso estropea la entrada en la película, en este caso la llegada al Planeta Arrakis. Esto podría decirse de cualquier película, pero no es exactamente así, porque Dune no juega las mismas cartas que, por ejemplo, Gladiator o tantas otras películas del compositor. Creo que si ahora recomendase lo mismo sobre Dunkirk a una nueva generación de espectadores, la mayoría de los que leéis esto me daría la razón, porque no tiene mucha gracia escuchar su banda sonora, poco se va a encontrar en ella. En la película está todo su sentido, con lo de la música destruida que en su día defendí y Zimmer corroboró.
En 2016 publiqué dos editoriales seguidos muy radicales, Prohibir la música (I) y Prohibir la música (II) -títulos retóricos, ¡no literales!-; en el primero exponía las razones por las que creo que las ediciones discográficas de bandas sonoras han hecho daño a la música de cine y el segundo versaba sobre los conciertos. Del primero me gustaría rescatar algunos postulados que sigo manteniendo (otros los he ido ponderando):
Son argumentos todos estos que no van en contra de que existan ediciones de bandas sonoras, pero sí subrayan los daños colaterales que pueden generar. A mi me da pena ver a compositores alegrándose y no poniéndose furiosos cuando sus admiradores muestran todo su interés en sus músicas pero absolutamente ninguno por ver sus películas, que es donde se han dejado varias capas de pieles y desvelos por hacer algo que valga la pena. Lo lamento pero les disculpo porque en muchos casos saben que nada pueden hacer para llevar a la gente a ver sus películas, así que se conforman con los aplausos del desconocimiento. Pero en Zimmer y en Dune no se da esa posibilidad porque la apabullante mayoría sí va a ver la película. Gustará o no gustará, eso es libre de cada persona y completamente respetable, pero como la de Dunkirk no es una música que se comprenda sin el resto de la película y conocerla antes rompe la magia del encuentro con las tribus de Arrakis. Tengo la batalla completamente perdida, pero no me rindo: ¡empezad por la película, no escuches a Hans Zimmer, vedlo primero actuar en el filme!