Filme épico sobre la guerra de Troya, provocada tras el secuestro que Paris, hijo del rey de Troya, hace de la esposa de uno de los reyes de Grecia.
Reseña de Ignacio Marqués Cuadra
Vídeo de Ignacio Marqués Cuadra (textos) Isaac Duro (gráficos) Mario Pons y Manuel Báez (partituras)
Partitura rechazada y sustituida por otra de James Horner.
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La principal idea sobre la que Yared trabajó a la hora de desarrollar su obra fue la de dotar a la película de un tono epopéyico, colosal, a modo de una gran Cantata épica que, en cierto modo, mantuviera algo de la faceta más mítica de la obra original (la Ilíada de Homero). Por otro lado, el compositor puso cierto empeño en recrear musicalmente el contexto de un modo no necesariamente preciso, pero sí bastante verosímil en relación a la libre interpretación que se hace del contexto histórico en la propia película. Para lograrlo el compositor estudió en una primera fase la música tradicional del período, produciendo toda la música diegética que iba a ser necesaria en escenas como la de la fiesta en el puerto de Esparta o la de los funerales de Héctor y los soldados troyanos, en los que se recreaban los lamentos de las mujeres troyanas a modo de ceremonia fúnebre. Este hallazgo pudo inspirar a Yared a la hora de otorgar a la música coral una misión tan relevante en la parte incidental de la banda sonora, que habría resultado extraordinariamente efectiva a la hora de recrear el tono trágico-épico que quería aportar el compositor en la película y que, en este sentido, hubiera elevado notablemente algunas de las escenas más climáticas como la de la flota griega, la de la batalla ante las murallas o, especialmente, la del saqueo de Troya.
En cuanto a la estructura temática, escribió un gran número de temas centrales y secundarios que permitieran definir y explicar los diferentes bandos y personajes importantes. Lamentablemente, el hecho de que esta sea una obra que jamás llegó a estar terminada hace especialmente complicada la labor de realizar una valoración precisa y completamente fiable acerca de la brillantez en el desarrollo dramático y narrativo de todos esos temas, exceptuando únicamente el de Aquiles (y en gran parte el de Troya y el de Helena y Paris) de los cuales sí podríamos asegurar que hubieran contado con una presentación, desarrollo y desenlace narrativo absolutamente impecables en la película. Es con Helena y Paris (y el tema de ambos) cómo nace todo el conflicto. Y es con dicho tema desarrollado en forma de una bellísima canción cómo se hubiera cerrado la película en los créditos finales.
Por otro lado, Yared otorgó al personaje de Aquiles una relevancia y definición extraordinaria respecto al resto de personajes, reforzando mucho su condición de campeón legendario. No incidió tanto en su otra condición de semidiós -pues la película obvia la faceta mitológica de la obra original- sino en su anhelo por ser el mayor héroe de su tiempo y la perduración de su nombre a lo largo de los siglos. Este tratamiento que le dio el compositor creó un desequilibrio brutal respecto al personaje de Héctor, el otro gran héroe de la historia. Aparentemente, Yared decidió no otorgarle un tema propio hasta casi el final de la película, aplicando al personaje únicamente el tema de Troya e incidiendo con ello en el incondicional amor que siente el príncipe troyano por su patria. Esto lo alejaba por completo del tipo de héroe que es Aquiles, que solo lucha por sí mismo. Pero esta diferencia entre ambos personajes que es llevada al terreno musical cobra un especial interés dramático en la escena del duelo, en la que Héctor está en una clarísima desventaja musical: él, que no dispone de tema propio, se topa con el imponente tema de Aquiles. Héctor no va a luchar en ese momento por Troya, pues es un combate singular que solo les concierne a Aquiles y a él, por haber degollado a Patroclo, el primo de Aquiles. Héctor queda musicalmente desamparado, sin poder dar a Aquiles una respuesta musical. Esta es sin duda una magistral lección de cine que Yared supo jugar muy bien, adelantando musicalmente una derrota que era inevitable. Es más, para este legendario duelo de campeones el compositor concibió una música arcaica, de percusiones, ritmos tribales e incluso efectos de sonido electrónicos, que estaba absolutamente desfasada del resto de la banda sonora como si aislara ese acontecimiento de su propio tiempo y lo retrotrajera hacia otro mucho más primitivo.
Por último, también trabajó el lado más humano de Aquiles desarrollando una variación romántica de su tema para la relación con la troyana Briseida, (personaje que, junto a Príamo, le hace cambiar de parecer durante la película). Y es esta la música con la que el personaje acaba muriendo, abrazando su condición más humana que la legendaria. Sin embargo, en su funeral, es con el tema en su versión original (la heroica) como es finalmente despedido por los griegos: la música con la que el personaje será inmortalizado.
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