Cuarta temporada de Stranger Things (16), en la que surge una nueva y terrorífica amenaza sobrenatural a la que el grupo de amigos debe hacer frente.
En esta nueva temporada los compositores recuperan en parte el tono y el pulso con que imprimieron la primera temporada, y mejora bastante lo que hicieron en las dos siguientes. Es la misma música, lo que es coherente, pero está más y mejor integrada con la estética, las tramas y el tono sombrío, y funciona también en los contrastes con las partes más épicas. Es una creación extensa y diversa, con propósitos sustancialmente ambientales, aunque algo hay de aportación dramática. En todo caso, solo tiene sentido en su interrelación con la serie, sean las imágenes, los personajes o las acciones.