Brujería y satanismo en Nueva York con una desafortunada joven elegida para gestar al hijo del diablo. Su marido y una extravagante vecina se ocuparán de que el embarazo vaya bien.
Una canción de cuna tatareada por Mia Farrow sirvió para presentar el anhelo de ser madre de la protagonista, Músicas para el horror del infierno fueron aplicadas para el contraste, la recreación del asfixiante entorno donde se desarrolla la gestación, y finalmente el sometimiento a la nana, que acaba por ser de la aceptación.
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