En la Bosnia de 1995 una mujer trabaja como traductora para la ONU en Srebrenica. Cuando el ejército serbio ocupa el pueblo, su familia está entre los miles de personas que buscan refugio en los campos de la ONU y ella intenta desesperadamente salvarles.
Este imponente y desgarrador filme sobre la masacre de Srebrenica se explica sin música porque no hay música posible que pueda explicarla. Por ello, la película apenas tiene tres momentos donde aparece, distanciados pero interconectados entre sí: al principio, cuando la protagonista regresa a su casa y en créditos finales. Tiene aires minimalistas y se focaliza en resaltar la desolación de la mujer y de cualquier ser humano que se considere como tal. La música funciona, así, como posicionamiento y mensaje de la directora.