Esta versión del clásico lleva impresa la huella y el imaginario estético y visual de Guillermo Del Toro, que se acerca mucho más al relato original de Carlo Collodi que a las versiones más edulcoradas que se han hecho para el cine. En aquél relato primigenio Pinocho comete numerosas fechorías, tales como dejar medio muerto a Pepe Grillo de un martillazo en la cabeza, irse con el zorro y el gato cuando le aseguran que hay un monte lleno de dinero, pelearse con sus compañeros de colegio y dejar a uno de ellos inconsciente, e incluso llega a ser ahorcado por sus constantes infracciones... solo la versión de Matteo Garrone de 2019 focaliza más en las tinieblas que en las luces y bondades, lo que hace que ambas no sean adaptaciones tan adecuadas para el público infantil.

Del Toro mezcla elementos tan distintos como la aventura, la fantasía, la guerra, la muerte y la destrucción, ¡el alcoholismo!, y sobre todo la tragedia por la pérdida irreparable de un hijo, la oscuridad de los tiempos fascistas... Hay fealdad expuesta deliberadamente en el propio argumento, en su contexto histórico, y también en algunos de sus personajes, tanto los malos (el cura, el conde, Mussolini...) como los buenos: el propio Pinocho o Pepito Grillo, por ejemplo, con formas algo monstruosas. La música de Desplat es parte del engranaje pero como elemento secundario en el conjunto: de hecho, a pesar de su abundancia está poco presente en lo dramatúrgico y narrativo, salvo en un estupendo detalle que a continuación se comentará. Del Toro no ha contado con ella como impulsora del relato ni explicadora de personajes. Lo más expuesto y evidente son las canciones que se cantan: son apagadas, oscuras, poco vivas y menos emotivas, tanto en el padre (a quien da un aire desolador), el conde (siniestro) y especialmente en Pinocho, salvo quizás en el caso de Everything is New To Me. Los efectos sonoros, por ejemplo, tienen muchísima relevancia en la película y en buena parte de ella adquieren mayor predominancia que la música.

(spoiler)

Respecto a la música instrumental hay algo de mucho interés: al comienzo del filme se presenta el que será el tema principal, el tema de Carlo, el hijo de Gepetto. Es una melodía cálida, emotiva, cercana y retentiva, que es abierta, sentimental y expansiva. Cuando Carlo muere, la música muere con él. Se espera que en alguna parte del filme sea Pinocho quien haga volver la música y esta pase a ser suya, como nuevo hijo de Gepetto que es. Pero aunque suena en algunas partes, lo hace diluidamente, sin retomar la forma contundente del inicio, algo que no sucederá hasta la parte final. Pinocho, sencillamente, no logra hacerse con la música: las distintas músicas (aparte de las canciones) son para las diversas situaciones, pero no hay música para elevar, arropar o explicar a Pinocho, que está así solo y perdido en un mundo caótico y confuso. Ya al final, cuando Gepetto ve a Pinocho muerto en la playa y le abraza, vuelve a sonar el tema de Carlo: su segundo hijo ha muerto también. ¿Pero por qué el tema de Carlo? ¿Acaso Pinocho solo era un reemplazo para Gepetto?. El propio Gepetto se lamenta: intenté convertirte en alguien que no eras, así que no seas Carlo ni ningún otro. Sé exactamente quien eres tú. Te quiero tal y como eres. Pinocho resucita, le acaricia y dice entonces seré Pinocho y tú serás mi papá. Y aquí, en lugar de aparecer un nuevo tema musical (el de un hijo nuevo) se amplía y expande el de Carlo. Se hace evidente aquí que no era el tema de Carlo en el principio del filme sino el del amor del padre por su hijo, como aquí vuelve a ser nuevamente el de un padre que, por fin, resucita también. Es la parte más bella de todo el filme.