Versión del clásico literario de Alcott con la historia de la matriarca de un clan de adolescentes que está dispuesta a entender todos sus problemas y a resolver sus inquietudes amorosas.
Bien lejos de los logros alcanzados por Thomas Newman en la versión de 1994, esta es una creación musical muy dispersa que no consigue elevarse por encima del relato y trascenderlo, como sí hiciera Newman y sus múltiples tonos y matices. Aquí Desplat escribe un tema principal que, aunque destacado, es desangelado y que no encuentra su sitio en el filme, complementado por temas enfáticos y ambientales que no aportan nada singular a lo ya explicado y que se limitan en buena medida a funcionar estética y ambientalmente. En el filme acaba por ser bastante saturante y por su sobreuso difumina los momentos donde se pretende que sea más emotiva. Es música elegante y refinada, pero bastante vacía de contenido.