Una lluviosa noche, un hombre acude a una casa en busca de ayuda para su coche, y es recibido por un matrimonio. Pero la mujer le reconoce inmediatamente: ese hombre fue aquél que la torturó salvajemente durante la dictadura militar chilena, años atrás. Entonces, el drama estalla.
El dolor y el tormento por el recuerdo son las claves esenciales en la música del compositor, quien arranca la partitura de manera muy dramática, con acordes semejantes a los marciales, a modo de reavivamiento de la memoria. Sigue con melodías enormemente afligidas, pero muy hermosas, que no hacen sino plasmar en la película los sentimientos de la protagonista en su ánimo de obtener respuestas y una reparación a la injusticia sufrida. Pero los tonos marciales van apareciendo ocasionalmente, a modo de constante amenaza.