El clásico relato de terror sobre la maldición de Imhotep, cuyo sacerdote despierta del sueño eterno para defender a su amo y vengarle.
Banda sonora que quedó un tanto eclipsada por el empleo de "El lago de los Cisnes", de Tchaikovsky, que aportaba un muy adecuado tono melancólico pero también decadente. En lo que respecta a la música del compositor, se destacó por su carácter sombrío y siniestro.