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LINCOLN

INFORMACIÓN DISCOGRÁFICA
Compositor: Williams, John
Sello: Sony Classical
Duración: 59 minutos
INFORMACIÓN DE LA PELÍCULA
Título original: Lincoln
Director: Steven Spielberg
Nacionalidad: EE UU
Año: 2012
ARGUMENTO

Crónica de los años de la Guerra Civil norteamericana y de la abolición de la esclavitud (durante el mandato de Abraham Lincoln como Presidente.

PUNTUACIÓN MUNDOBSO
8
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COMENTARIO MUNDOBSO

Reseña de Dion Bargailleon

A lo largo de los años John Williams ha adquirido una notable experiencia en películas históricas. Si contamos los temas que le dedicó a John Quincy Adams en Amistad (97), esta es la cuarta vez que se ocupa de un Presidente norteamericano. No obstante, todas estas bandas sonoras han sido abordadas desde planteamientos radicalmente distintos. En JFK (91) Williams hizo de pintor, idealizando al Presidente asesinado mediante un arrebatador tema principal que lo convertía en una presencia viviente a lo largo de toda la película.  En cambio, hizo de narrador en Nixon (95), relatando con su música la transformación de un mísero niño en un atormentado hombre de poder. La pregunta era pues cuál iba a ser su aproximación a la figura de Lincoln, el más idolatrado Presidente norteamericano del Siglo XIX. La respuesta es: como pintor y narrador a la vez. Es cierto que no faltan temas destinados a mostrarnos la figura del gran emancipador de los esclavos, pero se trata de una música más bien estática. La única idea que realmente se transforma y crece a lo largo de la banda sonora es lo que llamaremos el tema de la libertad, cuya finalidad es contarnos  la lucha por el fin de la esclavitud. Por tanto, Lincoln es un retrato del Presidente y una historia sobre la libertad.

En términos generales hay dos grandes planos estéticos en la banda sonora, determinados mediante el  empleo sutil del timbre instrumental. Williams emplea los solos de instrumentos de madera, de trompeta o de piano para crear una atmósfera camerística muy cercana a los personajes. Podría decirse que da la impresión de ser música emocionalmente coetánea a los hechos históricos. Por el contrario, los tutti orquestales y la sección de cuerdas sacan la música del plano histórico y nos elevan al plano poético, hablándonos de ideas intemporales. En lo tocante a su estructura temática, ha construido una banda sonora musicalmente democrática. Al contrario de lo que cabría esperar, la figura de Lincoln no cuenta con un tema principal imponente que domine toda la partitura. En lugar de eso, la banda sonora se articula en torno a cuatro grandes ejes temáticos. El primero es un tema majestuoso y profundamente noble,  expuesto en The People’s House a modo de evocación de la dignidad de la presidencia de la nación. En contraste, Lincoln el hombre es definido por medio de un segundo tema  de carácter folklórico, entrañable y cercano (que recibe un satisfactorio desarrollo en The American Process). En tercer lugar, tenemos el tema With Malice Toward None, una música de profunda emotividad que se repite a lo largo de la partitura a modo de interludio nostálgico por medio de varios arreglos. Por último, hemos de destacar especialmente lo que podríamos llamar el tema de la libertad, una emocionante marcha de contenido optimismo que se va desarrollando poco a poco a lo largo de la banda sonora, hasta que descubre toda su grandeza  en el tema Freedom’s Call.

Williams ha optado esta vez por cultivar la expresiva belleza de lo sencillo. El tema The People’s House, pese a su magnificencia, es ya toda una declaración de intenciones al respecto. La hermosa melodía, expuesta por el clarinete,  empieza apenas esbozando un arpegio de do mayor: el tono más directo, más limpio y transparente de todos. Y  de ese tono no se moverá Williams en toda la pieza, a pesar de que con frecuencia se ha distinguido precisamente  por su estilo cromático y por sus  inesperadas modulaciones (cambios de tono).  Es más, sus armonías (por lo general tan elaboradas) ahora se limitan prácticamente a girar en torno a los acordes más básicos de la escala: tónica y dominante. Fíjense en la sabiduría y la sensibilidad del compositor: las ocho primeras notas de la melodía se dividen en dos frases simétricas (a modo de llamada expectante), seguidas por una enérgica frase descendente de los violines (la respuesta a quienes claman a la presidencia de la nación, que en tiempos de dificultad nunca defraudará a sus ciudadanos). En realidad, Williams sólo sigue las conocidas leyes de construcción de la melodía, pero poniéndolas al servicio de las necesidades dramáticas de la película con una estructura que es todavía más clara en la repetición del pasaje descrito (que cuenta con mayor protagonismo de los metales). Para cualquier otro hubiera sido casi inevitable caer en la vulgaridad, pero Williams consigue crear una página orquestal tan directa como sutil; una música que no cae en la banalidad a pesar de ser a un tiempo básica y grandiosa. En definitiva, lo que nos hace sentir con  estos  pentagramas es el espíritu de la libertad, la esencia de la democracia y la igualitaria elocuencia de lo sencillo.

El segundo tema es el que define al hombre que hay tras  la presidencia, al Lincoln que nació en una cabaña de troncos de Kentucky. Expuesto por primera vez a cargo de las maderas también en The People’s House  (destaca aquí el timbre del clarinete bajo, tan apreciado por Williams), recibirá un desarrollo más amplio en subsiguientes temas como The American Process. Lo interpretarán primero el clarinete y el fagot  a dos voces y luego (tras un cálido interludio en que toma el relevo el oboe, las cuerdas y las trompas) el piano. También aquí la extrema sencillez es la norma: el acompañamiento de la mano izquierda no le hace la más mínima concesión a la retórica pianística; a lo sumo, bosqueja tímidamente un arpegio o un acorde. Es un pasaje de estética casi improvisada, con armonías huecas y vacilantes. La  textura es tan fina que está permanentemente en el borde de la no-existencia, expresando muy probablemente las muy humanas dudas y tribulaciones del presidente. En la segunda parte de la melodía (cuando las flautas y unas discretísimas cuerdas se suman a piano), añade unas pocas blue notes. Las notas que en la música tradicional americana se alteran con la finalidad de lograr un efecto expresivo especialmente  triste y desconsolado.

With Malice Toward None es la frase más célebre del segundo discurso inaugural de Lincoln. El Presidente, que acababa de ganar la guerra de secesión, les tendía así la mano a sus antiguos enemigos. Por ello Lincoln es considerado hoy un mártir de la unidad de la nación, y con este tema Williams parece rendir tributo a los sacrificios personales que el Presidente tuvo que hacer en aras de sus ideales. Siempre en el efectivo tono de sol mayor, es interpretado en primer lugar por una contenida sección de cuerdas (cauteloso empleo del vibrato). Cabe añadir que su conmovedora candidez no debería apartar de nuestra vista la firmeza de su estructura musical: sobre los acordes tonales más básicos, escribe otra modesta y equilibrada melodía, que asciende con tranquilidad una simple octava para luego descender de nuevo. Pero aquí se permite  por un instante caer en la retórica de la melancolía. En la parte central de la pieza, unos expresivos violonchelos se hacen con el protagonismo al tiempo que música se traslada a la más sombría región del tono relativo menor, añadiéndose así a la pieza un pasaje de cierto compungimiento. Finalmente, la pieza termina con la inmediata repetición de la cálida melodía inicial en un registro más agudo de los violines. Williams incluye dos bellísimos arreglos adicionales de esta pieza a lo largo de la banda sonora, a cargo de un lacónico piano y de un expresivo violín solista (en Freedom’s Call).

Finalmente, llegamos al último gran eje temático de la partitura: el tema de la libertad. En 1862  Lincoln firmó el acta de emancipación que, en plena guerra civil, puso fin a la vergonzosa institución de la esclavitud. No obstante, esta no fue una decisión sencilla, y la música de Williams narra con sutileza el proceso a lo largo del que los ideales del Presidente van cobrando forma. Escuchamos la idea por primera vez en The Purpose of the Amendment, tras un breve pasaje  del  clarinete y el fagot. Se trata de una marcha de solemne optimismo, cuya melodía escuchamos por primera vez en el majestuoso registro grave de los violines. Los acordes de las trompas (una vez más, muy básicos) contribuyen a crear una textura seria y gruesa. Por su parte, el empleo de una apoyatura en el bajo hace que el ritmo que éste dibuja (animado, pero contenido) adolezca de una cierta torpeza. Parece sugerir un avance decidido pero dificultoso, como si quien trata de marchar fuera alguien que ha sido apaleado. Y aun así, la marcha va en crescendo, al tiempo que la melodía busca un registro progresivamente más agudo. No hay duda: la música que Williams ha escrito es la marcha hacia la liberación de los esclavos.

Esta idea aparece en estado embrionario en otros temas. Así, en Father and Son la escuchamos primero a cargo de trompas y cuerda grave, y luego en un breve solo de piano.  Camuflada con un ritmo ternario impropio de una marcha, resulta no obstante inequívocamente reconocible. También es imposible no darse cuenta de su presencia (esta vez más laboriosamente armonizada) en Equality Under the Law, interpretada por las maderas y las cuerdas. No está de más insistir en que estamos aquí rozando el corazón y llegando al núcleo del planteamiento dramático de esta banda sonora. Aunque Williams ha hecho un retrato de Lincoln, no nos ha contado la historia de su vida con su música. La idea que más crece y se transforma a lo largo de la partitura es la marcha de los esclavos: lo que Williams está narrando es la historia de la lucha por la libertad.

Hay que mencionar también algunos temas secundarios.  El más sobresaliente es sin duda Elegy, una lamentación por la muerte del presidente. Williams recurre aquí a un secreto bien conocido por todo compositor que se precie: lo antiguo suena moderno. En lugar de escribir una pieza imbuida de la tan manida retórica decimonónica, concibe una  música cuya originalidad reside precisamente en recurrir a los modos gregorianos y a la escritura contrapuntística estricta. Y lo hace con el mayor rigor imaginable: la ascética melodía, escrita en modo hipofrigio, empieza con la nota del tetracordo prescrita por las normas (el llamado tenor) y termina tras los dieciséis compases de rigor con la nota llamada finalis, una cuarta por debajo (y que se corresponde con la altura del modo auténtico). El ritmo es ternario, la medida de la perfección para los medievales.  Las figuras del contrapunto (nota contra nota, nota contra dos notas y síncopas) son los que cualquier tratado contempla desde la publicación de Gradus ad Parnassum de Fux. El timbre de los instrumentos es escogido también  con meticulosa intención: dos trompetas, quedando la segunda voz en el límite de la tesitura grave de la habitual trompeta en si bemol. El sonido algo desnaturalizado de los instrumentos (sobre todo la segunda voz) en este registro  extremo  lo carga de ambigüedad: ¿Qué estamos escuchando,  trompetas o sacabuches antiguos? Aunque Williams recurre a intervalos armónicos inestables que no hubieran sido del gusto de un hombre medieval, todos estos elementos parecen colocar el féretro de Lincoln en una catedral gótica. La solemnidad de lo antiguo, el énfasis en que el presidente ha ingresado así en la inabarcable inmensidad del tiempo pasado, engrandece aún más su figura; sobre todo cuando las cuerdas (buscando deliberante un sonido arcaizante, sin vibrato) toman el relevo, llevando la idea hasta un sobrecogedor clímax que recuerda por momentos la obra del gran compositor Paul Hindemith. Musicalmente hablando, esta es posiblemente mi página favorita de toda la partitura.

Además de recurrir a esta estética arcaizante en otros pasajes de la banda sonora, Williams escribirá también un segundo tema de carácter evocador para piano en The Blue and the Grey, en que se permite el mayor despliegue de acordes auxiliares y cromatismos de toda la partitura. Destaca la intervención del violonchelo en su segunda rendición de Remembering Willie. También se incluyen algunos temas folklóricos con fines de ambientación histórica en los que se ha adaptado material tradicional, destacando sobre todo la popular canción patriótica Battle Cry of Freedom

En lo tocante al  material temático significativo para el guión musical de la película que hemos analizado, gran parte del mismo es recapitulado en The Peterson House and Finale, a modo de suite final. Así, escuchamos  por segunda y última vez The People’s House, el tema de la libertad (en toda su contenida grandeza), el tema del Lincoln humano  y, por último, The Blue and the Grey. Williams ha elegido colocar también al final de su edición discográfica el intimista arreglo de piano de With Malice Toward None. No puedo dejar de pensar  que con estos conmovedores compases no sólo se rinde tributo a los sacrificios hechos en aras de la libertad, sino que se  expresa una genuina confianza en la bondad humana y la convicción de que todos nosotros, como Lincoln, al final podemos hacer lo correcto. Esa esperanza es lo que Williams ha tratado de inspirarnos hoy con su música.

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Usuario: Daniel de Pablo
Fecha de publicación: 08.12.2020
Lincoln demuestra la genialidad del maestro Williams. Engrandece las imágenes con delicadeaza, impregnando cada escena de solemnidad. Pocos emocionan así. Excelente
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Usuario: HECTOR MANUEL ROSAS CAUICH
Fecha de publicación: 26.05.2017
la verdad me fue injusto que no ganara el oscar aunque admito que me gusto la musica de life of pi.
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Usuario: HECTOR MANUEL ROSAS CAUICH
Fecha de publicación: 26.05.2017
gran banda sonora de john williams los temas a piano son lo mejor de esta BSO y claro los temas como the people's house elegy y claro with malice toward none
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Usuario: (Feisal) Isaac Duro Sánchez
Fecha de publicación: 26.11.2015
Absolutamente maravillosa composición de un Williams que, con más de 80 años, demuestra que tiene el talento intacto y más pulido que nunca. Poco más se puede añadir, por otra parte, al fabuloso análisis que realizó Dion Bargailleon, está todo ahí, y mi aplauso por él. "Lincoln" es sencillamente una banda sonora que debería enseñarse en carreras y cursos de composición musical para cine y televisión, cómo la música para cine es y debe ser narrativa, e integrarse perfectamente en el propio discurso y objetivo del guión. Si a eso le añadimos la habitual sensibilidad y emotividad marcas de la casa (esta vez sobrias, contenidas y elegantes), tenemos una composición que mereció llevarse todos los premios en los que compitió. Quizá no es tan reconocido como otros trabajos recientes del maestro, pero eso tal vez se deba a que es más sutil y matizado que visible, algo que cuenta a favor de un John Williams al que solo podemos rendirle pleitesía y confiar en que todavía le queden maravillas en su batuta.
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Usuario: ElfCristianJerry
Fecha de publicación: 09.11.2014
Y, qué decir de la música del maestro John Williams, es su última obra maestra. Intensa y solemne composición histórica y melódica. Marca nostálgica de la casa, con un empleo orquestal lleno de dramatismo.
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