"La saga de The Legend of Zelda siempre ha gozado de características agraciadas para el público, ofreciendo música grandilocuente, memorable y piezas a orquesta sintética muy elaboradas y llamativas. Además, estas particularidades de la música de la saga han sabido aplicarse a la perfección para poder narrar y conectar todo lo ocurrido en los videojuegos a través de la misma. No obstante, en Breath of the Wild, la percepción global de los jugadores e incluso algunos críticos de videojuegos respecto a este elemento ha sido negativa debido a la ausencia de este tipo de música ampulosa y la inclusión de música algo más inmersiva y carente de grandes orquestaciones o una amplia instrumentación.

The Legend of Zelda: Breath of the Wild se ha arriesgado. Ha tomado un camino muy distinto en cuanto a jugabilidad y arte se refiere y la música no ha sido menos: no se ha dedicado a satisfacer a los jugadores más vinculados con la saga ni a jugar con la nostalgia de aquellas músicas grandilocuentes de entregas anteriores. La música de este último fascículo ha sido una con el proyecto al que está adherido: ha apoyado, ha enaltecido y ha sumado al audiovisual. Todo esto lo ha abarcado comprometiéndose con la historia actual, siempre con respeto absoluto a lo mostrado en anteriores juegos y con una toma de decisiones compleja y muy efectiva. Todo esto forma un guión musical casi impecable... Y todo esto es algo que en una saga con tantísimos seguidores y tantas buenas críticas, ha de ser necesariamente visible para la gente más convencional e incluso jugadores recurrentes"

(prólogo del libro de Mario Pons Sansegundo La música de The Legend of Zelda: Breath of the Wild)

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