Bellísima partitura sinfónica con puntual empleo de música electrónica y voces, donde el compositor desarrolla una vertiente dramática de gran intensidad y emotividad que aleja la música de los tópicos en el género del terror, aunque estos también están presentes y en el contraste refuerzan mucho más el tono dolorido que caracteriza al conjunto. Es elegante, está impecablemente estructurada temariamente y en sus niveles dramáticos el compositor juega bien sus bazas. Su esplendido tema principal evoca turbación y también fragilidad y nostalgia. Se acompaña de Marcus (06).