Una mujer anuncia a sus tres hijos que quiere vender la casa de verano para dedicarse a viajar y los invita a pasarse por allí para elegir muebles, enseres o recuerdos...
El compositor firma una bella y elegante banda sonora camerística, íntima, en la que la música dramática moderadamente apesadumbrada dialoga con otra que es lírica y esperanzada, en un duelo emocional que mantiene durante buena parte del metraje. La falta de una estructura sólida en temas hace que acabe siendo algo dispersa y el mensaje que pretende transmitir se diluya, resultando finalmente monótona y con decreciente fuerza.