Versión cinematográfica del cuento de Caperucita Roja, pero con una estética y desarrollo bastante más truculenta.
El compositor inició su partitura con el recitado de un relato acompañado por una música que fundía lo mágico con lo turbador, característica que se mantendría en el resto de la banda sonora. Buscó así una deliberada ambivalencia, en la que lo ensoñador y lo puramente terrorífico (subrayado con el empleo de órganos) estaban casi unidos, sin que apenas hubiera margen para delimitar ambos elementos. En los extremos, se explayó con melodías de un apasionado lirismo y con otras de asfixia demoledora, de tal modo que la complejidad argumental y visual del filme quedó perfectamente cubierta.
Ágora: Las Mejores BSO