Filme sobre la lucha por la creatividad de un artista -el director- que se esfuerza por modular una escultura de vaselina a bordo de una nave nipona.
La cantante y compositora islandesa -también una de las actrices de la película- se inspira en la música tradicional nipona y emplea uno de sus más antiguos instrumentos, el sho, para combinarlo con, entre otros, un órgano de iglesia, produciendo sonoridades etéreas y mágicas. Incluye asimismo dos canciones en su inconfundible estilo.