Unos científicos investigan repelentes de tiburones, con el fin de salvar vidas, pero la única forma de probar su eficacia es sometiéndose ellos mismos a la prueba de nadar entre los escualos.
El compositor empleó en su partitura sinfónica ritmos caribeños, con instrumentos étnicos y percusiones, para con ellos dar el adecuado toque exótico a la aventura del filme. Las melodías son dinámicas y líricas, ayudando a reforzar un ambiente bucólico, pero también dramático. Se incluye, junto con otras bandas sonoras, en el recopilatorio The Valley Of Gwangi: The Classic Film Music Of Jerome Moross (95).