En su senectud, el director Luis Buñuel evoca sus días de juventud en compañía de Salvador Dalí y Federico García Lorca e imagina a los tres inmersos en una película en la que han de recuperar un tesoro legendario escondido en la ciudad de Toledo.
Para este filme-dentro-de-filme, imaginario y onírico, el compositor elabora una compleja y muy poco convencional banda sonora en la que fusiona música árabe, sefardí y cristiana, de manera equilibrada, al ser Toledo una histórica ciudad de encuentro de las tres culturas. Busca con este propósito un punto de conexión y define las respectivas personalidades de los protagonistas con breves anotaciones melódicas. A ello suma una ambientación sonora etérea y acústica para lo que es la aventura que emprenden. Cuenta con un motivo melódico principal no muy explícito, a modo de eje vertebral y emplea instrumentos solistas poco habituales o exóticos.