Una obrera que se está quedando ciega guarda sus ahorros para que su hijo pueda operarse de la vista y no le suceda lo mismo. Pero un vecino le roba ese dinero y ella, accidentalmente, le mata.
Película musical en la que la cantante y compositora (que también protagoniza y canta las canciones) se entrega por completo, aportando una dimensión fundamental tanto para la comprensión de la propia película como para la implicación emocional del espectador. Adscribe únicamente la música (y el repertorio de canciones) al contexto del mundo soñado por su personaje, no en lo real. Por tanto, sólo hay música en las escenas oníricas, mientras que en las demás primaba un elocuente silencio musical. El único fragmento orquestal -una solemne obertura sinfónica- está situado fuera de la película, ante la pantalla en blanco, que es como se inicia la proyección del largometraje.
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