Tres activistas son asesinados por miembros del Ku Klux Klan y por ello inician sus investigaciones dos policías con posiciones abiertamente encontradas.
El compositor inicia su trabajo en la película con los redobles de un tambor, dando un aire marcial pero también intrigante al asesinato con el que arranca el argumento. En el resto de la banda sonora, escrita para orquesta y sintetizadores, integra lo dramático con un sentimiento melancólico cercano a la desesperación, a modo de constante tragedia.