Crónica del intento golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, que comenzó con la toma del Congreso de los Diputados y terminó con la liberación de los parlamentarios y la rendición de los sublevados.
Manteniendo el equilibrio entre el tono documental y el de la ficción, el compositor aplica una música de mínimos recursos melódicos para intentar alcanzar una máxima expresividad. Así, el eje de esta creación es un contundente y obsesivo motivo que se reitera a lo largo del filme como significación del ataque y de la firme determinación de quienes atacan. Para evitar que este motivo -que es arrogante- acabe, por su brevedad, siendo un recurso de mera cita, lo aloja en diversos temas secundarios para darle mayor cuerpo y entidad expresiva. Y en el camino que emprende no encuentra obstáculos melódicos, lo que hace que se lleve al terreno del guión musical aquello que se está relatando en la película. No hay, por tanto, música de personajes sino de situaciones, que se resuelven en forma de la aparición de un tema final, que también es el principal, que aunque debilitado y frágil, muestra la luz al final del oscuro túnel.