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LOS CONVULSOS 60 (XII): MÁS ALLÁ DE MORRICONE

22/04/2020 | Por: Conrado Xalabarder
HISTORIA

Capítulo anterior: Los convulsos 60 (XI): El Génesis de Morricone

La huella de Ennio Morricone fue profunda y se extendería en las siguientes décadas. El éxito de sus westerns derivó en la frenética realización de muchos más, la mayor parte meros productos de consumo. Sin embargo, dieron lugar a que otros compositores trabajaran con mayor o menor solvencia en ellos, aunque naturalmente no de modo exclusivo. Francesco De Masi compuso numerosos peplums y spaghetti western, así como filmes románticos a los que dotó con un gran sentido melódico. Para los filmes italianos de gladiadores, hizo uso de temas sinfónicos grandilocuentes, mientras que sus western fueron escritos con temas retentivos, incluyendo numerosas baladas cantadas al principio de las películas. En su filmografía destacaron filmes como Maciste, il gladiatore più forte del mondo (62) entre los peplums. Por lo que respecta a los muchos westerns que hizo en los sesenta, no siguió realmente la senda abierta por Morricone, sino que se decantó por americanizar la música: Il segno del coyote (64) Arizona Colt (66) o Quella sporca storia nel west (68), por citar solo tres ejemplos. Bruno Nicolai hizo también algunos westerns, como Centomila dollari per Ringo (65) o Corri uomo corri (68), más cercanas a la línea morriconiana, pero destacó en los sesenta por sus trabajos con Jesús Franco, en títulos como Night of the Blood Monster (69) o La isla de la muerte (69) Tampoco Luis Bacalov tuvo una labor muy reconocida en el western, aunque este compositor argentino afincado en Italia desde finales de los cincuenta hiciera algunos interesantes, como Quién sabe? (66) o Sugar Colt (66). Sus obras más prestigiadas, en los sesenta, serían las de Il vangelo secondo Matteo (64), de Pasolini, en la que adaptó piezas de Bach y escribió música original, y la del thriller A ciascuno il suo (66), de gran intensidad dramática.

Hubo otros dos compositores importantes que aparecieron en el panorama cinematográfico italiano de los sesenta, pero su relación con el western fue menor. Uno es Fiorenzo Carpi, que debutó en la película de Louis Malle Zazie dans le mètro (60), con partitura jazzística, y que trabajó de nuevo a las órdenes de Malle en Vie privée (61) o de Luigi Comencini en Infanzia, vocazione e prime esperienze di Giacomo Casanova, veneziano (69). Riz Ortolani hizo con Dino Risi Il sorpasso (62), y tuvo dos éxitos con las músicas del documental Mondo cane (63) y The Yellow Rolls-Royce (65), que popularizaron sendas canciones y músicas ligeras. Una obra especialmente notable fue Così dolce... così perversa (69), thriller erótico para el que escribió cálidas melodías románticas y sensuales en las que destacó una canción y su versión instrumental.

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